Tengo que reconocer que el verano no es una mis épocas del año preferidas...me explico: está genial eso de tener vacaciones y tiempo libre, la piscina, los helados, la playa, la piel bronceada y demás, pero el calor no es lo mío. Estas temperaturas sofocantes me dejan hecha un trapo viejo y me ponen de mal humor.
Aunque hay algunas cosas del verano que compensan con creces lo anterior, y una de ellas son las noches de verano al aire libre. Esa parte del verano ¡sí que me gusta! :)
El momento mágico del día (más bien de algunos días...) en que disfrutas de la noche y, con suerte, de una mejor temperatura. Ya sea haciendo una cena en la terraza, tomando el fresco en un patio o compartiendo una barbacoa con amigos en el jardín o en el campo. No importa el lugar que elijamos, hay un elemento que, por la atmósfera que crea, puede convertir estos momentos en mágicos: la luz.
Pero no hablo de cualquier tipo de luz, no me refiero a salir a la terraza y encender el plafón del techo. Estoy hablando de crear una atmósfera mágica, de buscar una iluminación ambiental, que cree matices, que ilumine sutilmente y vista el espacio de luces y sombras. De huir de una iluminación general y excesiva que proyecte una luz plana y uniforme. En definitiva de crear ambiente.
Y cualquier lugar, por más pequeño o poco agraciado que sea, puede cambiar con sólo unas guirnaldas de luces, un cable con las clásicas bombillas, unas velas o faroles. En un segundo, con tan solo encenderlas, habremos cambiados por completo su aspecto y creado la magia.
Y una vez creada la magia, ya sólo queda disfrutar de ella... ;)
Y a vosotros, qué es lo que más o gusta del verano y lo qué menos, ¿me lo contáis?
¡Nos leemos!
Imágines: Vía Pinterest.
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